(1) Esta mañana he tenido un almuerzo informal con mi alcalde para hablar, sobre todo, de comunicación. Le he contado una anécdota de hace casi cinco años, en un evento llamado Marca Day en Valencia y que fui a cubrir con Paiporta Ràdio, una radio local que hacíamos entre unos pocos amigos pero con muchas ganas. Micro en mano, me acerqué a uno de esos ‘gurús’ que había visto en las redes y que se dedicaba profesionalmente al Social Media, un sector en el que empezaba a hacer mis pinitos. Pulsé el ‘rec’ de la grabadora y empecé por presentarlo (utilizaré un nombre ficticio): «Estamos con Pablo Rojas, experto en marketing…» y no recuerdo qué más; sin devolverme el saludo, me respondió que «deberías haberme presentado como @supermanager, que es mi usuario de Twitter» y poco después corté la entrevista.
Aquella actitud me llamó poderosamente la atención, no por fastidiarme el corte de audio, que descarté en cuanto terminé de grabarle, sino porque se presentaba como su usuario de Twitter y no con su nombre real. Era como un pseudónimo o un nombre de artista: su nombre de usuario en una red social era su marca. Pensé que era como si yo me presentara en un evento como @despegante, y por aquel entonces lo encontré curioso.
Tiempo después, a medida que conocía a las personas detrás de nombres de usuario con los que había interactuado, me di cuenta de que era conocido como Despegante, y no por mi nombre real. De ahí que hubiera una estrategia y planificación cuando pasé de @Despegante a @EliGallardo_com, una transición y una cierta marca, porque no quería que me conocieran sólo por mis interacciones en Twitter. El último paso de ese cambio tuvo lugar el pasado diciembre, con la publicación de la nueva web y logo.
(2) Ya en Palma, en 2014, me sucedió otra anécdota curiosa. Se celebraba un evento de marketing de experiencias en Mallorca, y yo era el responsable de las redes sociales; de hecho, creo que fue a partir de entonces, que decidí no volver a trabajar gratis para nadie. La primera noche, mientras cenábamos con los participantes del blogtrip, me preguntaron que yo quién era, a qué me dedicaba. Mi primera reacción fue responder «Soy Eli Gallardo y vivo en Twitter. Mi usuario es @despegante»; es verídico. Había analizado y hecho una breve lista de los participantes, para saber quiénes eran, qué usuario tenían y cuáles eran sus blogs, pero ellos no me conocían a mí. La información es poder, y aquella charla fue muy entretenida gracias a que ellos no sabían apenas nada de mí, y yo sabía mucho (más de lo que algunos pensaban) del resto. Su información básica estaba en Internet, pero también la mía.
Irónicamente, uno de los invitados a aquel evento me contó algunas historias sobre el citado @supermanager y la autoría compartida de alguno de sus libros. No recuerdo cómo salió el tema, pero supongo que fue hablando de influencers, gurús y otras figuras que han sabido beneficiarse de la realidad mediada (o las medias realidades) de las redes sociales. Como los invitados a aquel evento, por ejemplo. Este modelo de negocio y de multiplicación de impactos para los clientes me parece genial, que quede claro.
(3) Todo esto ha venido porque hace tiempo que escuché —no recuerdo a quién, si no, lo diría porque yo sí cito— que hay medios de comunicación que no comunican bien en la red, por irónico que parezca, y que hay gente que alcanza cierta notoriedad sin seguir los patrones de la «buena comunicación en redes». Y desde hace meses creo que la primera parte de la frase se ha instalado en algunos digitales mallorquines, que comparten noticias nombrando a varios usuarios afectados o relacionados con la noticia.
Cuando daba clases de Social Media, hacía mucho hincapié en evitar el spam, como el etiquetado masivo de una foto en Facebook o nombrar a varios usuarios en Twitter para que entren a un enlace. En clase ponía el ejemplo de unos institutos de comunicación política, que publicaban spam en Twitter, para anunciar cursos y congresos, justamente donde se iba a impartir formación para mejorar la comunicación. Alguno de sus perfiles me bloqueó por comentar en abierto que hacían spam; reconozco que Despegante no tenía filtro y no creía demasiado en las relaciones públicas 2.0. Años después, veo que hay empresas de comunicación que llevan a cabo esas prácticas. Por respeto hacia todas ellas (RRPP 2.0), no nombraré a ninguna, pues son varias y en algunas tengo gente conocida.
Imaginen por un momento que tienen un cargo público, que generan ciertas noticias al día, y que hay medios de comunicación que les nombra al publicarlas. El medio A publica «Se aprueba el presupuesto de 2017 con la abstención de la oposición @aytoinventado @nombrealcalde @primerteniente @oposición». Una notificación en su móvil. Si no ha configurado las opciones de Twitter, le llegarán notificaciones cada vez que haya una interacción en ese tuit, un retweet, un favorito, una respuesta. Imaginen ahora que son varios los medios a lo largo de una mañana, que le nombran, y que hay una media de 20 interacciones por cada una. En un par de horas, puede haber recibido unas 100 notificaciones, sin que Usted haya pedido que le nombren. Y lo más importante, que es probable que Usted no vaya a abrir ese enlace.
(4) La estrategia del «CC» o carbon copy, es útil cuando queremos que un usuario vea ese tuit porque podría resultarle interesante. Pero usado en demasía, o ni siquiera insertar el «CC» es una práctica muy poco recomendable, sobre todo para los medios. Otra opción sería etiquetar las fotografías en Twitter, aunque se trata de una práctica algo spamera, el usuario etiquetado tiene la opción de eliminar la etiqueta y dejar de recibir notificaciones. Pero cuando es nombrado directamente, no hay escapatoria.
¿Cuál es el resultado de esta estrategia de publicación? ¿Reciben más clics ahora que antes de publicar tuits nombrando a medio parlamento? ¿O se busca que el resto de usuarios respondan y llegue a los cargos públicos citados? Ya que generalmente no se produce una conversación entre políticos-medios en las redes, ¿por qué no silenciar los tweets de esa cuenta que no para de nombrarnos? Y aquí llego a la pregunta central: ¿a un medio le interesa que un político les silencie? Creo que no.
Las buenas prácticas en la Red, la netiqueta, debe ser común para todos, especialmente para las empresas de comunicación. Porque su nombre de usuario es su marca, con sus prácticas proyectan una imagen de todo el medio, como ocurre con las instituciones públicas y con algunos gurús e influencers. Sobre todo aquellos que, cuando se presentan, no pronuncian su nombre real, sino que «son» su nombre de usuario.
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