Todos los productores de enfermedades especialmente mortales del Creador son invisibles. Es una idea ingeniosa. Durante miles de años esto impidió al hombre llegar a la raíz de sus males y desbarató todo intento de sobreponerse a ellos. Sólo en fecha muy reciente la ciencia consiguió aclarar esta traición.

(…) Al enfermo le llaman paciente, y realmente debe serlo, pues de otro modo hace siglos que hubiera hundido el púlpito en la perdición por los nefastos dones que recibe de Su parte.

Mark Twain, Cartas desde la Tierra

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