Hay actitudes decibélicas, en las que la batalla parece que se produce en la esfera sonora. Lucha de aplausos, ovaciones al orador o golpes en las mesas, son prácticas que parecen medir quien tiene más grande la tropa sonora. Hoy, esos aplausos de las bancadas partidistas han mutado en retuits masivos desde cuentas de Twitter y en publicaciones compartidas en Facebook.
Puede que a algunos les resulte indiferente el volumen de los aplausos de unas y otras bancadas, pero no es una cuestión nada baladí, sobre todo si entramos en el terreno de la sugestión y de la proyección. Esta actitud decibélica no entiende de campañas electorales ni de legislaturas; sea en una investidura, en un congreso interno o en un mítin, una fluctuación de la batalla decibélica puede convertirse en noticia. Su reproducción en las redes sociales tiene numerosas similitudes, pero también grandes diferencias, y es que en muchas ocasiones, el público objetivo está formado por los propios partisans, esto es, que (especialmente Twitter, pero en general) las redes son cámaras de eco y generalmente los usuarios siguen a personas y organizaciones con las que se comparten afinidades. De nuevo, la dualidad entre cantidad y calidad, y la extraña supervivencia de los bots políticos, como aquellos que denunciamos Ximo Aguar y yo hace años, y que siguen haciendo campaña y reciben retuits de usuarios reales.
La campaña en Balears y la batalla decibélica
En el caso de la comunidad de Balears, es evidente que la campaña electoral empezó hace meses, pero tras el congreso regional del PP, se ha formalizado. Ante cualquier acontecimiento, cada partido —gobierne o esté en la oposición—, sigue la consigna de compartir los tuits favorables al partido o a sus miembros, o a las áreas que gestione cada partido. Esta práctica va más allá de la pelea por la foto, por la posición en el encuadre y por el pie de foto/tuit/texto de la publicación; podríamos decir que la pelea por la foto es intrínseca en cualquier situación, especialmente cuando hay coaliciones de por medio.
Lo que se conoce como «colgarse medallas», que no es otra cosa que arrogarse un mérito y venderlo, es hoy el pan de cada día. Lo vemos —porque lo buscamos— quienes nos dedicamos a esto de la comunicación política, y les llega alambicado y con algunas distorsiones al público en general. Ese funnel de proyección es un trabajo constante, multicanal y que forma parte de la estrategia, una estrategia que no todos tuvieron clara en el momento de las negociaciones, ni tampoco cuando echó a andar el actual gobierno. Merece la pena recordar el post «Estrategias, plazos y gobierno multinivel«, donde enlazo las fotografías de Biel Barceló y David Abril de MÉS per Mallorca, en la mesa con Alberto Jarabo y Laura Camargo, los dos dirigentes de Podem Balears. De ahí que pueda comprenderse con más definición, el enfado de PSIB y MÉS tras el vídeo de Podem sobre la apertura de caminos en Mallorca, por parte del Consell de Mallorca, institución en la que gobiernan las tres formaciones, aunque en el vídeo puede verse a concejales de Palma y diputados en el Congreso, pese a que Podem no forma parte del Govern como coalición de gobierno, aunque sí parlamentaria.
Quienes trabajamos entre bambalinas, y nuestra función es la de comunicar de forma institucional, tenemos como premisa el tratar con igualdad y equidad (ojo a la diferencia) a todos los concejales y partidos. El eco que después cada formación quiera dar a esas publicaciones y trabajo de comunicación, depende de cada uno de ellos, y puede verse a nivel local que las líneas entre las teorías niveladoras y las normalizadoras no están tan claras (1). La presencia de esos ecos, es lo que hoy ya se ha vuelto evidente y que a diario suenan las trompetas de la batalla decibélica, en el mundo online y en los escenarios físicos pensando en los cortes de vídeo de los informativos, además de los clips que cada partido prepare para sus canales.
La seopolítica es estrategia, proyección y enfoque
Esta batalla por la notoriedad, las visualizaciones y las proyecciones, forma parte de una esfera mayor, que es la del posicionamiento. De nada sirve aparecer junto a la Presidenta del Govern, si el público objetivo al que nos dirigimos no ha tenido ningún input positivo nuestro. Pelearse por salir en la foto, aunque sea en el extremo derecho, no es tan útil ni necesario como muchos piensan. No es esta una llamada a la calma, pues en campaña por poco beneficio esperado que haya en hacer algo, hay que hacerlo, y es muy loable. Es la constatación de que un trabajo previo de posicionamiento, de seopolítica para ser más claros, que contiene una estrategia, un análisis de canales y una planificación de implementación, es una ventaja.
Estoy convencido de que Facebook se frotará las manos dentro de un año, porque los límites legales y éticos de algunas campañas de promoción se difuminarán y todo nuestro muro se llenará de anuncios que querremos descartar, que no nos impactarán tanto como creerán los responsables de campaña online, pero también seremos testigos de otras publicaciones que supondrán visualizaciones de refuerzo, una reafirmación del posicionamiento, un ascenso en la shortlist, que puede ser pagada o simplemente a través de noticias compartidas por particulares, sin que nadie haya tenido que pagar. Verán cómo desde el color de las corbatas, los zapatos o cualquier otro elemento, hasta el uso de sloganes en discursos, se volverán noticia.
Ya hay personalidades públicas que promocionan su página de Facebook, y no he leído ninguna crítica en la prensa. Puede que porque ha pasado desapercibida, por un buen posicionamiento previo, o por una mala segmentación. O quién sabe, puede que algunos periodistas reserven ciertas noticias, para cuando la campaña ya sea tan evidente, que el «ambiente» haya cambiado y las defensas psicopolíticas de la ciudadanía estén a pleno rendimiento.
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(1) Sobre las diferencias entre teoría normalizadora y niveladora, pueden leer el post «Influencia de las TIC en la comunicación política y electoral» (mayo 2017).
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