Hace cuatro años asumí mi primer cargo público, como director de comunicación en el Ajuntament de Marratxí. Venía de trabajar como autónomo —viste más llamarlo ‘emprendedor’, pero prescindiré de figuras literarias— muchas horas por poco dinero. Entre mis actividades como freelance se encontraba el diseño de estrategias de marketing online, la gestión de redes, impartir formación y también colaborar en medios de comunicación.
Es curioso lo mucho que se aprende, sobre todo de uno mismo, en entornos exigentes, inmediatos y de repercusiones amplificadas gracias a los canales online.
Soy perfeccionista, ya no en exceso, pero también soy consciente de mis limitaciones. De hecho, cuando rechazaba algún trabajo o colaboración en medios por falta de background, pensaba en lo necesario de fijar límites, y en cuánto perjudica a un entorno que haya quien no se fija límites y vive de vender un mismo mensaje, una misma charla o una misma marca que sólo reporta impactos. Un tiempo después leí la Teoría de Peter, y puse nombres y apellidos a algunos de los ejemplos que aparecen. Para todo lo demás, me remito al concepto de influmierder, acuñado por el amigo y compañero de gremio Héctor Romero.
De un gabinete a otro y vuelta
Cuando asumí el cargo de dircom en 2015, me planteé si estaba preparado, si estaría a la altura y si podría desarrollar con autonomía todos los objetivos que nos marcásemos. Embarcarse en una aventura como esta, pagada con dinero público, requiere de un compromiso y una responsabilidad, especialmente para quienes tenemos en muy alta consideración lo que está pagado por todos. Requiere ganarse la confianza del primer al último día.
Dos años y medio después de aquella oportunidad, surgió otra como asesor de comunicación en la Conselleria de Trabajo, Comercio e Industria del Govern de les Illes Balears. En este salto de un gabinete a otro me volví a plantear si disponía de las competencias para conseguir los objetivos marcados, y en poco tiempo había hecho el rodaje necesario para tomar velocidad de crucero, ya que el trabajo en el Govern es mucho y muy rápido, de manera que no se puede estar a medio gas. No soy yo quien debe juzgar el trabajo hecho en cuanto a la comunicación (especialmente online, en perfiles institucionales y personales del conseller), pero he de decir que he terminado satisfecho de los objetivos marcados y de la gran confianza que me depositaron desde el minuto 1.
Tras las elecciones municipales y autonómicas de mayo, se me planteó una nueva oportunidad laboral y personal, como jefe de gabinete del alcalde de Marratxí, un cargo que puede dar la impresión de estar alejado de la comunicación y del marketing que llevo años ejerciendo. Pero nada más lejos de la realidad, como saben bien quienes conocen esta figura y la importancia de la planificación estratégica, de la proyección y de la consecución de objetivos.
Competencias y objetivos en entornos políticos
Recuerdo que, cuando estudiaba el máster en dirección de recursos humanos, se ponía mucho énfasis en la dirección por competencias frente a la dirección por objetivos. Con el tiempo he aprendido a poner en práctica algunas de las materias que aprendí en aquel curso, y ahora puedo comprobarlo a diario.
La motivación, la creación de entornos laborales adecuados y la autonomía son tres factores que considero fundamentales para desarrollar las funciones que me han ocupado estos últimos años. Me atrevería a decir que la motivación es tan compleja que no sé si es un factor-causa o un factor-consecuencia de otros factores superiores, pero sí que es básico para el desarrollo de estos trabajos; sin motivación, con una operatividad mecánica, se pierde el foco.
Después de apenas unos días como jefe de gabinete, me reafirmo y le añado el factor confianza. De hecho, los cargos que he enumerado se conocen como «cargos de confianza», y con acierto, aunque se les trate de cargar de una parte negativa. Sin confianza sería imposible desarrollar las funciones con autonomía, motivación y un entorno adecuado; y me refiero a confianza recíproca: también del asesor al asesorado. Y es que los beneficiarios de estas funciones no son sólo los políticos a quienes nos debemos, sino el conjunto.
Confianza y motivación van unidas en muchas ocasiones, como es evidente. A veces nos sobra motivación pero falta confianza, y al revés. Pero cuando ambas se concentran y se combinan con la autonomía y el entorno laboral adecuado, los resultados son muy positivos. Doy fe.
Sirvan estas líneas como agradecimiento a todas aquellas personas que han depositado su confianza en mi trabajo hasta ahora, y en quienes también he confiado para desempeñarlo.
Al lío.
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