A medida que uno conoce a más y más gente relacionada con la política, se da más cuenta de cuál es la verdadera frontera entre el 1.0 y el 2.0 en los partidos políticos: el desconocimiento.
Por «desconocimiento» no me estoy refiriendo a una cualidad con carga negativa -o dolosa, en términos jurídicos-, sino al hecho de que numerosas organizaciones y partidos descartan la inversión en su presencia online porque quienes toman estas decisiones desconocen las ventajas de la presencia online, en ocasiones porque no forman parte de la llamada «ciudadanía digital». La brecha digital es uno de los factores más importantes de este desconocimiento involuntario, unido a la falta de traducción cuantitativa de la inversión en votos. Este último problema es muy frecuente en el mundo de la PYME, así como sus reticencias a invertir en el branding y en el comercio electrónico; somos esclavos del cortoplacismo, y hay procesos que solo rinden a medio y largo plazo.
El concepto es «inversión», no gasto
Ante la presencia online, las organizaciones y empresas deben tener clara una premisa: se trata de una inversión, no de un gasto corriente. Sobre todo en el terreno de lo político, se vuelve casi imposible calibrar las externalidades positivas de la presencia online; sin embargo, hay una pregunta esencial que debe formularse todo partido: ¿cuál es el coste de que no te encuentren en Internet?
Quisiera remarcar el concepto «coste» (o «coste de oportunidad»), diferente de ‘precio’ o de ‘gasto’, en la pregunta anterior. Hay que plantearse si estamos dispuestos a desaprovechar los canales de comunicación (y fidelización) que nos ofrece Internet. En PolíticaYMedia siempre recomendamos a las organizaciones que, si quieren gestionar ellas mismas sus perfiles, lo hagan siguiendo unos consejos, pues el objetivo es que estén en las redes, haciéndose visibles para que los internautas les encuentren.
Pero en cuanto a ese «coste» de no aparecer en los buscadores ni en las redes, hay que tener claro que se trata de una ventaja para las organizaciones de la competencia. Y cada día que pasa, la distancia entre uno y otro lado de la frontera se hace mayor, haciendo que esa inversión sea difícilmente recuperable, y pueda concebirse como un simple gasto. Por eso los tiempos son tan importantes.
La política es offline y también online
La comunicación es esencial para un partido, sea cual sea su ámbito geográfico. De las notas de prensa a las actualizaciones de Facebook, y de los mítines a los hashtags, la política es offline pero cada vez es más online. Piensen en las tradicionales notas de prensa, y en los canales de comunicación que deben seguirse para que un medio tradicional se haga eco de una de ellas. Ahora piensen en la imagen que daría un partido que publica a diario su agenda y los acontecimientos más significativos del día anterior. El usuario/cliente no tendrá que pagar por leerlo en prensa, podrá comunicarse directamente con el partido e incluso podrá compartirlo de forma pública o privada con sus contactos.
Ahora imaginen qué puede ocurrir con un mítin político, que es emitido en directo por streaming y después subido a YouTube, para enlazarse en el perfil de Facebook al día siguiente. ¿Cuál es el precio de esta difusión? ¿Y cuál es el coste de no hacerlo?
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