En su libro «La corrupción política«, el profesor Manuel Villoria recoge una serie de definiciones sobre lo que es y lo que no es la corrupción. Sostiene que no es lo mismo que el fraude, la desviación de poder o la financiación ilícita de partidos, pero que están estrechamente relacionadas.

Termina afirmando que «(…) en la corrupción política lo que se daña [el bien esencial] es la legitimidad de la política».

En Balears se cumplen 10 años de la delegación de la fiscalía especial contra la corrupción y la criminalidad organizada, con 30 exdirigentes políticos y funcionarios condenados, otros aún imputados y algunos con delitos prescritos.

El terreno sociopolítico que dibujan las encuestas muestra que la corrupción vuelve a ser el segundo problema percibido por los ciudadanos. Irónicamente, cuanto más se actúa, más se destapa y peor es la imagen percibida de la política.

Esas mismas encuestas son las que indican en Balears una fragmentación electoral aún mayor y el ascenso de nuevas fuerzas donde sus líderes ya están afectos por casos de corrupción, incluso antes de entrar en las instituciones públicas. El caso de Isern y Rodríguez en Palma, a 5 meses de las elecciones, o la maltrecha comisión parlamentaria sobre Son Espases, son otros ejemplos. Y es que la búsqueda del rédito político blandiendo la corrupción del contrario, salpica a todo el gremio.

Suelo citar un artículo del sociólogo Fernando Vallespín, que tituló «¿Quiénes son peores, los políticos o nuestros ciudadanos?«, pero de los primeros depende salvaguardar esa legitimidad de la política la corrupción ha puesto en jaque.

Veremos cuántas piezas más se cobra.

(06 de diciembre de 2014)

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Entrelíneas es una sección radiofónica del programa A vivir que son dos días Baleares, de la Cadena SER

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