«Derribar vallas y no levantarlas debe ser el fin de la política.»

Francesc Pi i Margall

 

Utilizado sin precaución, el lenguaje es un arma muy peligrosa y en la política balear estamos asistiendo a una panoplia de ejemplos durante los últimos años.

Algunos de los recursos más útiles en la comunicación política son las metáforas y los símiles. Por ejemplo, la metáfora del Estado como una familia, además de manida, está plagada de falacias que al menos sirven para ilustrar los modelos de gobernantes de George Lakoff, aquellos del padre severo y del padre tolerante. Los símiles, sin embargo, son más delicados si cabe.

La incombustible portavoz popular, Mabel Cabrer, comparó esta semana a quienes critican su targeta blava con las prácticas nazis, como ya hiciera la Secretaria General de su partido, María Dolores de Cospedal, con los ciudadanos que hacen escraches. A diferencia de ésta, Cabrer pidió unas disculpas condicionadas, tratando de mantener su ataque defensivo del último y más polémico producto de la ingeniería de marketing de su partido. Un producto que ha provocado las lágrimas y rechazo público por parte de empresarios de Balears, otrora participantes de ese producto, que hoy piden desvincularse públicamente.

En esta época de la religión del emprendedor, en el que todos los mensajes que recibimos nos incitan a convertirnos en empresarios, el hecho de que muchos de ellos se alejen despavoridos del partido del Govern, puede resultar una curiosa metáfora. Parece que también las armas del lenguaje las carga el diablo.

(17 de mayo de 2014)

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Entrelíneas es una sección radiofónica del programa A vivir que son dos días Baleares, de la Cadena SER.

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