El secuestro de las portadas de revistas como El Jueves, o el reciente conflicto provocado por la película sobre el dictador norcoreano son dos ejemplos del llamado Efecto Streisand. Se trata de una consecuencia de la naturaleza humana, según la cual, cuando algo se prohíbe o se intenta ocultar, se genera el efecto contrario: una atención mediática que multiplica el interés del público. Y estos días asistimos a un nuevo ejemplo con el intento de denuncia del Partido Popular hacia la campaña Pensa-hi de los docentes, en un nuevo ataque que se inserta en la historia (en el sentido de relato) de esta legislatura.
Ya hablamos hace unas semanas de la incoherencia de demonizar los pactos durante años, para abrir la puerta a éstos cuando faltan semanas para votar. Y por si no fuera suficiente para un partido y un candidato con un severo desgaste de marca, se piden entrevistas desesperadamente en medios públicos y privados, sin ser conscientes de que atraer la atención puede generar también el efecto contratio: la repelencia.
A esto, hay que añadir una estrategia en Internet que, lejos de la profesionalidad que se supone a un gabinete de Presidencia, evidencia aún más la lejanía de un candidato que no se palía con una cena con blogueros afines, ni un par de selfies en Instagram. Y es que los asesores encargados de mejorar la imagen del aún President, están consiguiendo justo el efecto contrario, a falta un mes para el 24M.
Asistimos una vez más a la evidencia de que en comunicación no es tan importante la cantidad, sea de impactos, de apariciones en medios, o de publicaciones en redes sociales, como la calidad de éstos. Y es que hay lecciones que solo se aprenden con errores, tal vez tan grandes que hagan perder unas elecciones pese a tener las cifras a favor. Las cuantitativas, quiero decir.
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Entrelíneas es una sección radiofónica del programa A vivir que son dos días Baleares, de la Cadena SER
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