(1) En España, entendida como conjunto de gobiernos de diferentes niveles, la política de pactos es frecuente. Como publicaron en Politikon, «ha habido en España una larga tradición de coaliciones y acuerdos en prácticamente todas las Comunidades, especialmente en aquellas con partidos nacionalistas o regionalistas» (1). Balears es un claro ejemplo de gobiernos de coalición, tanto a nivel municipal como autonómico. Valga como ejemplo la siguiente tabla de gobiernos 1983-2011 (2):
(2) En 2015 asistimos al inicio formal de un nuevo ciclo político, en cuya primera legislatura el gobierno insular (Consell de Mallorca) está conformado por un Ejecutivo tricéfalo (PSIB-PSOE, MÉS per Mallorca y Podem), mientras que en el Govern Balear, se da una coalición mixta: de gobierno entre PSIB-PSOE y MÉS per Mallorca, y parlamentaria entre éstos y Podem. El gobierno multinivel y la importancia de gobernar la capital, Palma, ha llevado a una tricefalia de gobierno, con alcaldía repartida entre PSIB-PSOE y MÉS per Palma.
El reparto de las carteras entre los partidos, en cada uno de los niveles e instituciones, bien merece un análisis detenido y detallado, aunque no es este el mejor espacio para hacerlo. Sin embargo, sí cabe la posibilidad de hacer un pequeño inventario de issues de campaña que han marcado la agenda hasta la mitad de la legislatura, para plantear cuál podría ser —ceteris paribus— la evolución mediático-política de la legislatura. Y también, por qué no reconocerlo, a plantear los futuros pasos de cada uno de los partidos, en el gobierno o en la oposición, en la competición política; huelga decir que los politólogos inferimos y planteamos hipótesis, no adivinamos.
A partir del planteamiento siguiente, veremos que puede que la campaña formal para mayo de 2019 haya empezado hace tiempo.
(3) Para el ensayo que escribí (pendiente de evaluación por varias editoriales), recogí los 10 issues de campaña entre 2011 y 2015, que más espacio habían ocupado en prensa o que habían levantado mayor polémica, como la financiación, las políticas de restricción del catalán o la sombra de la corrupción en torno a miembros del Ejecutivo como el propio Bauzá y sus negocios privados. Es por ello que podríamos hacer una lista con los issues que han venido marcando la agenda hasta ahora, y que no me atrevo a resumir de forma exhaustiva (y mucho menos a volver a consultar uno a uno, los diarios desde el primer día de legislatura, como hice con la legislatura pasada).
Pero si tuviéramos que quedarnos con tres asuntos, puede que fuesen el alquiler turístico, el nuevo Régimen Económico Balear (REB) y los presuntos fraccionamientos de contratos en menores para concederlos a Jaume Garau, exjefe de campaña de MÉS. Salvo este último, los dos anteriores, son temas también presentes en la legislatura pasada, y relacionados estrechamente con el mercado productivo y la economía balear. Por supuesto, corríjanme si me equivoco o si creen que hay otros temas que han marcado la agenda mediática de los dos últimos años. Hace unos días hemos tenido el tema del desdoblamiento de la carretera Llucmajor-Campos, aprobado por unanimidad, y las posturas contrapuestas desde espacios extrainstitucionales.
(4) Algo frecuente cuando gobierna la izquierda en Balears, es que los movimientos sociales y organizaciones relacionadas con éstos, gozan de una mayor atención mediática, justamente por las diferencias entre ellos y los gobernantes, algunos de los cuales, forman parte. Sirva como ejemplo, la presencia mediática del GOB, que es muy superior a la de legislaturas pasadas, y que marca las distancias con el poder institucional, incluso plantando a la coalición ecosoberanista y que integra a formaciones como Iniciativa-Verds y Equo Balears. Además de esta organización, otros colectivos con presencia mediática y actividad en los new media, como Terraferida, avivan el debate al mantener posturas maximalistas sobre ciertos asuntos, sobre los cuales ya ha habido un posicionamiento previo por parte de los partidos políticos, o sobre los cuales éstos deben posicionarse de una forma pragmática, no solo para los afines, partisans y supporters.
Es del todo evidente, que las organizaciones que no se encuentran en situación de gobernar, que forman parte de la oposición institucional, o especialmente aquellas que no se conforman con fines de gobierno sino de presión, pueden adoptar posturas maximalistas con respecto a una serie de temas. Ahí reside su utilidad pública y el beneficio colectivo que puede suponer que personas sin responsabilidad de representación, defiendan unos intereses a partir de un apoyo social. Los single-issue parties o partidos «de un sólo tema», pueden ser maximalistas porque rara vez tendrán responsabilidad de gobierno, ya que ésta obliga a un pragmatismo en el que se encajan los postulados al esquema institucional y gubernativo, y no al revés.
(5) Hay, sin embargo, otra gran diferencia. A los movimientos sociales no se les vota y a los partidos —aunque defiendan los mismos postulados—, sí. Los fines, recursos y sobre todo responsabilidad a nivel de representación, marcan las distancias entre unos y otros. Por ejemplo, puede resultar chocante que Podemos vote en el Congreso a favor de que los diputados puedan compaginar su actividad parlamentaria con negocios privados, si pensamos que su base fue el 15M y la crítica a fórmulas del sistema como estas. En función de los tipos de partidos (según sus fines) y a su organización interna, estas decisiones vienen revestidas de más o menos participación, es decir, se deciden más arriba o más abajo de la estructura, aunque en ocasiones haya una participación escuálida por parte de esas bases.
Sin embargo, ciertos partidos comparten bases con miembros de esos movimientos sociales, algo que dificulta el debate mediático y político, ya que existe el peligro de la desmovilización o, lo que es peor, del descontento y pérdida de votantes en favor de otras formaciones. Esta batalla se produce en los medios, pero también en el cerebro del votante, tanto del partisan como de quien observa la historia desde un plano aparte, y recibe inputs de contradicción, de un pragmatismo en el poder que choca con la idealización creada desde la oposición. ¿Recuerdan el «Zapatero, no nos falles» de 2004? ¿Cuántos de sus votantes sintieron que les falló, especialmente a partir de 2010?
(6) En el sistema político balear (intra y extrainstitucional) convergen numerosas variables, clivajes y sobre todo intereses, algunos de ellos defendidos desde posturas maximalistas, en ocasiones matizadas cuando el movimiento se institucionaliza, y cuyos mensajes chocan en los medios tradicionales, pero especialmente en los nuevos medios, como las redes sociales. El análisis de Terraferida (y réplicas como la de APTUR) sobre el alquiler turístico ilegal, que trasciende de la prensa en papel o la televisión, a los digitales y de ahí a las redes, pero también las confrontaciones dialécticas entre instituciones, directas y abiertas, suponen un nuevo plano en el que las tesis del círculo virtuoso de Pippa Norris podría replantearse, porque podría darse el caso de que el cerebro del votante no disponga de tanto tiempo para seguir la política por tantos canales, y que los impactos que recibamos no sean ni tan controlados ni tan positivos como pensamos.
De ahí la importancia de controlar el mensaje, tratar de dominar los marcos y de posicionarse de la mejor manera posible en un mercado que no tiene por qué ser de suma positiva, ni ganar el mejor, sino el menos malo. Porque eso también es posicionamiento.
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(1) En Tres mitos sobre pactos y gobiernos de coalición, de Pablo Simón y María Ramos (junio 2015)
(2) En Los gobiernos de coalición en las Islas Baleares, paper de Jordi Calvet para el 10º congreso de la Asociación Española de Ciencia Política (AECPA).
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