En un libro llamado Política para apolíticos, el profesor Joan Botella (1) escribe que «Habida cuenta de que el mensaje se dirige al público en general y no a los afines, lo esencial es evitar toda salida de tono, toda expresión que pueda ser rechazada por los núcleos significativos de electores» (1). Aunque pueda parecer redundante, en campaña electoral es imprescindible segmentar y cuidar al electorado, sobre todo cuando las reservas de votos son cada vez menores.
La última maniobra electoral de la era Bauzá ha tenido, de nuevo, un efecto boomerang. Vendida como un nuevo régimen fiscal que no es tal, se ha planteado una reforma de la normativa orientada especialmente a las empresas, con dos salvedades esenciales. Una, el insuficiente tiempo parlamentario y dos, las condiciones. El aún President Bauzá afirmó, y cito, «solamente son viables si hay estabilidad en las instituciones, en el gobierno balear y en el de España». Es decir, que se ha recurrido a un gobierno central desgastado y en caída, para chantajear al electorado balear con la manida dicotomía del nosotros o el caos.
Sin embargo, Bauzá hace tiempo que perdió el debate mediático y el control de la agenda. Apenas unos pingües apoyos en medios afines frente a la crítica generalizada al electoralismo a la desesperada, y con condiciones. No es la primera vez, pero sí tal vez sea la última, que la estrategia y los mensajes políticos que recibimos del Govern Bauzá chocan con la realidad de las islas, y se plantean como medidas electorales desesperadas, mal enfocadas. Se trata de otra muestra de qué ocurre cuando se olvida que un gobierno lo es de un público general, y no solo de los afines.
(02 de mayo de 2015)
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(1) En el capítulo titulado «Confusión».
Entrelíneas es una sección radiofónica del programa A vivir que son dos días Baleares, de la Cadena SER
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