(1) La ficción política es un género que los norteamericanos saben vender muy bien. La inmensa industria audiovisual, unida al carácter idealizado de su (muy mejorable) democracia y de su sistema presidencialista, hacen que los Estados Unidos hayan parido series y películas de gran contenido político.
Sin embargo, la ficción política también tiene una carga ideográfica muy fuerte, unos contenidos con significados muy importantes que no debemos desdeñar y que merece la pena destilar, hilar fino. Y hoy me gustaría reseñar dos contraposiciones de forma y fondo: The West Wing y Scandal.
(2) Aquellos de Ustedes que sean mínimamente seriéfilos, conocerán el enfoque de la factoría Sorkin respecto de sus personajes y los giros dramáticos de sus tramas. En The West Wing vimos a un Presidente de los Estados Unidos que evoluciona, un gabinete donde todos sus miembros (mayoritariamente hombres) tienen sus historias, y un fuerte paternalismo alrededor del líder. Desde los flashbacks hasta los flashforwards, la figura del presidente Bartlet es fiel reflejo del padre protector lakoffiano (frente al padre severo de los republicanos), con tres hijas y una esposa.
Hace poco tiempo he descubierto Scandal, una serie en la que una joven abogada encabeza un bufete que se dedica a resolver los entuertos relacionados con la política de más alto nivel. En paralelo, la protagonista mantiene una aventura con el Presidente de los Estados Unidos, que es un republicano casado y con hijos. La guinda racial de la ideografía es que ella (Olivia Pope) es negra, con lo que el personaje parte cargado de significado. En este caso no vemos un padre protector, ni siquiera un padre severo, sino que el personaje principal es una mujer independiente, conocedora del backstage de la política, que no es tan pulcro y bienintencionado como el de Sorkin, sino que tiene unos claroscuros que trasgreden la ley.
(3) Además del trasfondo, las formas presentan grandes diferencias que creo merecen ser destacadas. En los densos guiones sorkinianos, vemos personajes profundos que pasan media vida celebrando reuniones mientras caminan por los pasillos de la Casa Blanca (y que nos regalan frases magníficas), los diálogos de Scandal no van más allá de lo corriente en una serie con trama política y romántica, e incluso encontramos silencios, un recurso poco utilizado en El Ala Oeste de la Casa Blanca.
Pero tal vez lo más importante en ellas sea la metapolítica (el paradigma de lo que debe ser la política) que puede aprehenderse de cada una de estas series. Scandal ya contiene en su propio nombre el elemento común de toda la trama, y el personaje fuerte e ideográficamente interesante es el encargado de sofocar esos escándalos, aunque se vea inmersa en el principal escándalo de la serie; se trataría de una serie más introspectiva hacia los personajes, enfocada en los individuos. Mientras tanto, la metapolítica del gabinete del Presidente Bartlet en The West Wing se enfoca en mejorar la vida de los ciudadanos, en apaciguar los conflictos internacionales desde la posición de superioridad norteamericana, como un padre de familia preocupado por el bienestar en el vecindario.
(4) Es en esa metapolítica donde radican, creo, las principales diferencias entre ambas series. Mientras el paternalismo demócrata busca la empatía para con un Presidente enfermo que sacrifica sus años al servicio de la sociedad norteamericana, la frivolidad republicana enfocada en el individuo infiel y no en la sociedad es la nota dominante de la otra trama. Sociedad frente a individuo, demócratas frente a republicanos. El yo y los otros.
Se trata de un tema demasiado recurrente, pero que hace que uno se plantee numerosas cuestiones desde una óptica lejana y crítica. Uno se plantea cuál es el enfoque de la derecha y de las izquierdas en nuestro país, y qué tipo de metapolítica es la que podemos aprehender de los sucesivos gobiernos en España, salvando las insalvables distancias respecto de los Estados Unidos.
Pregúntense una simple cuestión: Si en España se rodase una serie sobre el Gobierno, ¿a qué partido pertenecería el inquilino de la Moncloa? Sí, soy consciente de que vivimos en un parlamentarismo, pero que también es considerado unsemipresidencialismo. Es por ello que me pregunto si sería posible que en nuestro país se emitiera una serie similar a alguna de las citadas, sobre la metapolítica, sobre el objetivo último de la política española, con un líder de alguno de los dos partidos mayoritarios.
(5) Estoy convencido de que algunos de Ustedes ya habrán pensado que el objetivo último de la política española es que unos ganen dinero a costa de otros. Y tal vez no les falte razón. Pero tal vez sea un buen momento para ofrecer una ficción políticaque supere a la realidad y ofrezca una metapolítica coherente.
Porque hay veces en las que necesitamos alimentar el imaginario para cambiar la realidad. Y puede que una serie de ficción tan bien escrita como The West Wing o Scandal, pero referida a España (y cuyo género no sea la comedia facilona y llena de tópicos), abriera los ojos a quienes no quieren ver la realidad.
En ocasiones la catarsis pasa por asumir los errores y exponerse pública y voluntariamente. Y la política figurada de las series de ficción pudiera ser un buen comienzo. Tardío, y a la fuerza, pero un comienzo.
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Artículo publicado en el digital 45m
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