Con las palabras se construyen los mapas mentales, los conceptos y los relatos. En definitiva, las historias obedecen a la construcción que se hace con ellas a través de las palabras. Y desde hace unos años, ha reflotado la idea de populismo con matices indeterminados y poco concretos, que puede llevar a confusión o, lo que es peor, a englobarlo todo en la categoría de populismo. Y no es así.

Si leyeron mi entrada anterior, seguimos la estela de «deconstruirlo absolutamente todo», para llegar a los conceptos sabiendo exactamente a qué nos referimos cuando hablamos de populismo y por qué nos equivocamos cuando realmente hablamos de popularismo.

«Podemos y Donald Trump son populistas. No sé por qué, pero lo son.»

¿Qué es exactamente el populismo? A algunos les sonará a Hugo Chávez o a la categoría de «populismos latinoamericanos» y harán un silogismo simple. Puede que aquí radique gran parte de los esfuerzos de parte de la prensa en asociar a Podemos con ese concepto, ya que tiene un cariz negativo, peyorativo. Según el diccionario Cambridge, se entiende por populismo a aquellas ideas y actividades cuyo objetivo es recibir el apoyo de gente corriente dándoles lo que quieren. Según el Wiktionary, cuenta con dos acepciones:

1. (philosophy) A political doctrine or philosophy that proposes that the rights and powers of ordinary people are exploited by a privileged elite, and supports their struggle to overcome this.

2. (derogatory) The practice of appealing to the interests of the common people.

Elitismo y masas, mensaje y empoderamiento parecen factores comunes entre populismos, que son instrumentos políticos —en mi opinión— independientes de los fines que persiguen y que, por tanto, no tienen per se una carga negativa. Si han seguido la evolución de Podemos, y su asunción de métodos populistas, ¿alguien duda de su utilización como instrumento? ¿Y Donald Trump también ha criticado a unas élites, apelando a la gente corriente?

Aunque la raíz común entre populismo popularismo sea «pueblo», el segundo hace referencia al carácter popular y no populista, y creo que este es un factor a destacar, aunque puede que con tanto análisis ex post de las elecciones norteamericanas, no haya dado tiempo a ir al concepto para distinguir qué es populista o qué popularista.

En el Cambridge no aparece entrada alguna sobre popularismo, y en el Oxford online nos remite a «popular». Pero si volvemos al Wiktionary, encontramos una acepción que marca perfectamente las diferencias con populismo:

1. Any political doctrine chosen to appeal to a majority of the electorate

Apelar a la mayoría es bien diferente a dirigirse al ciudadano medio, empoderarlo y apelar al papel de las élites en la política. Es buscar el apoyo generalizado, y podríamos decir que el populismo es un tipo de popularismo, pero que no todos los popularismos son populismos.

Época de nuevas palabras y viejas ideas

Hace unos días leía a gente calificando la nueva etapa abierta con la victoria de Trump, como postdemocraciapostpolítica, casi como si pensaran que han inventado términos, cuando hay autores como Colin Crouch o Elías Díaz, por citar a los dos que me vienen ahora a la memoria, que ya lo publicaron antes de Twitter y antes de Trump. Sin embargo, parece que los diccionarios Oxford han elegido un neologismo como palabra del año: «Postverdad».

Postverdad guardian

Su definición, según el diccionario, es “relating to or denoting circumstances in which objective facts are less influential in shaping public opinion than appeals to emotion and personal belief”. Apelar a lo emocional más que al raciocinio; justo así empezaba mi entrevista en Levante-EMV, publicada el pasado 13 de noviembre (y cuyo enlace pueden consultar en esta web). Si eso es ser populista, prácticamente la totalidad de la política lo es. Pero según las acepciones que hemos recogido, no es así. Es otro instrumento de popularismo, de búsqueda del apoyo de la mayoría, como el populismo.

Buscando en la red, he dado con un artículo de 2012 en el New York Times, titulado «The Rise of Popularism», donde el autor lo califica como de «nueva palabra» que había escuchado en Londres, y le da una acepción algo diferente a la que hemos recogido del Wiktionary. Sin embargo, guarda mucha relación con ese carácter de «dirigirse a la mayoría» y es compartido por tuiteros, instagrameros, influencers y cualesquiera otros roles amplificados en las redes sociales: ser popular para la mayoría. Influir, persuadir, convencer.

Compartí ayer en mis redes un artículo que me pareció muy importante para abrir el plano post-victoria de Trump, titulado «Redes sociales: donde Donald Trump tiene su verdadero poder». Tal vez, después de reflexionar por escrito, la idea sea que el verdadero poder está en el popularismo a través de las redes, de los canales, de la viralidad y la mediatización. La nueva visibilidad, de John B. Thompson. La seopolítica de posicionarse y de hacerlo bien en todo el espectro comunicativo.

No se ganan elecciones con Twitter ni Facebook. Pero ahora tampoco se ganan sin ellos.

 

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1 comentario

Actívate, actívalos - SPQ Consultores · 12/05/2017 a las 9:02 am

[…] Parecía imposible una victoria de Trump, porque su relato chocaba con el de sus adversarios. Sin embargo, la campaña fue un caso práctico de éxito, pues basta repasar los sondeos de septiembre a noviembre de 2016 para darse cuenta. ¿Populismo? Popularismo, más bien. […]

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