[Este texto fue el ganador del primer Concurso de Ensayo de la Asociación Valenciana de Politología (AVAPOL), en junio de 2010]

1. El homo politicus ante el homo videns

Negar la influencia de los medios de comunicación en el terreno de la política implicaría desconocer los últimos cincuenta años de nuestra época. En un contexto constitucional que ha dejado atrás dos guerras mundiales, que ha configurado modelos de Estados sociales y, tras la tardía pero efectiva positivación de los Derechos Humanos, hoy la política se encuentra tocada por la desafección y la apatía de los ciudadanos ante los asuntos de la “res pública”.

Pese al surgimiento de teorías y propuestas de “democracia participativa”, apenas si se han dado los primeros pasos. El surgimiento de nuevos medios de comunicación social y la globalización de Internet han permitido que los ciudadanos vean su potestad de participación mucho más instrumentalizada. Sin embargo,el homo videns es el paradigma contemporáneo que deja atrás al homo politicus, viendo mediatizada su realidad y donde los asuntos públicos se han delegado en los “profesionales” de la política, entrando así en un proceso de “ralentí” de la politeia, reflejo de la interiorización del «laissez faire, laissez passer» sobre todo lo público.

Por todo esto podríamos pensar que la «hiperdemocracia» que criticaba ORTEGA, hasta ahora dormida, haya visto abrirse la puerta de una nueva época, en la que hablamos de sociedad-red, con interrelaciones a través de redes sociales, y sin las limitaciones espaciales anteriores. Sin embargo, puede también pensarse que el fenómeno llegue tarde, que encuentre un “demos” cansado, desorientado y atomizado. El papel de los partidos políticos y sus componentes en esta ecuación resulta esencial para comprender el cauce actual y el devenir inmediato de la política.

2 .Invertir la ecuación para alterar el resultado

En plena revolución global de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación), las posiciones de unos y de otros sujetos se han visto redefinidas, desde una óptica diferente al paradigma democrático anterior, con la principal consecuencia de haber ampliado y mejorado el principio de publicidad de la actividad política, para beneficio de los ciudadanos.

Con esto, escribe John B. THOMPSON que los individuos crean nuevas formas de acción e interacción cuando utilizan los medios de comunicación para recibir información, no siendo éstos meros instrumentos técnicos. A partir de sus ideas generales, cataloga una serie de “interacciones” donde el ciudadano-espectador es el actor principal, al tiempo que sujeto activo, pues es él quien busca y elige la información. Así, hablaríamos de la «interacción cara a cara», «interacción mediada» y «quasi interacción mediada».

De manera paralela, trata la “visibilidad” de los sujetos políticos, en concreto de la «visibilidad mediada» y «desespacializada», que genera una serie de interacciones, entre las que destacan, por razón de nuestro tema, las interacciones por ordenador y las quasi interacciones mediadas. Teniendo en cuenta que estos sujetos son los que padecen consecuencias positivas y negativas –sean voluntarias o involuntarias–, podríamos convenir en que los actores políticos son los “sujetos pasivos” de la visibilidad.

Los políticos, en cuanto sujetos pasivos de la información, se ven expuestos al seguimiento y control de los medios de comunicación social, con el factor exponencial de Internet como difusor. En la época de la “sobreinformación”, las empresas y corporaciones mediáticas tratan de obtener su cuota de mercado, en competencia con las demás, tratando

de distinguir un producto que la objetividad limita estrechamente. Sin embargo, y como se asume en el terreno económico, la información nunca puede ser perfecta, algo que conocen también los partidos políticos y sus gabinetes de comunicación.

Es por ello que desde las órbitas partidistas se lanzan al mercado unas “mercancías”, unos productos que tratan de atraer el voto ciudadano, a través de los medios de comunicación, y encuesta en mano. Apenas unos años atrás este parecía el límite de la posición pasiva de la visibilidad; pero Internet ha permitido invertir la ecuación.

En un nuevo plano de comunicación, son ahora los políticos quienes ocupan la posición activa, gracias a la aparición de las redes sociales y los mecanismos de difusión escrita, como las webs y los blogs. Asumido su papel como posición pasiva ante los medios de comunicación, los partidos y sus áreas especializadas –en constante ampliación y transnacionalización– han hecho suya la idea de “mercantilizar la política”, y se han erigido en posición activa respecto a los ciudadanos. De nuevo, la economía irriga la política.

Si bien la audiencia potencial de los medios de comunicación es más amplia y heterogénea, los partidos han sabido ofrecer una información directa, más interactiva, concreta y subjetiva. La especialización del marketing político ha encontrado un banco de pruebas eficiente y con menos límites económicos o espaciales, entrando de lleno como un factor más en la “sociedad-red”. En concreto, la llamada “ley de la disparidad curvilínea”, de John MAY, según la cual los votantes tienden a ser moderados, y los líderes tienden a adaptarse al electorado –que puede orientarse más o menos hacia puntos extremos–, puede ser contemplada hoy desde una óptica mucho más empírica, pública y en menor tiempo.

Apuntemos varios ejemplos a modo de ilustración. En 2008 el diputado del Parlament, Joan Puig (ERC), mantuvo un conflicto con la compañía Air Berlin, entre otras cosas, por llamarles “nazis” y “Air Goebbels”, recibiendo el apoyo de gran parte del electorado, y quizá atrayendo votos de indecisos. Ese mismo año, Lluís Suñé (ICV), concejal de Torredembarra, colgó en su blog una fotografía manifiestamente despectiva hacia los niños extremeños, por la cual se disculpó ante las posibles acciones legales contra él. En otro orden de cosas, la simbología en las webs y blogs también favorece esta “ley de disparidad”, como el hecho de que algunos políticos del Partido Popular en Cataluña utilicen el “.cat” o se escriban artículos con su nombre matizando opiniones para acercarse al electorado.

3 . La “w” principal es el “why?” (“¿Por qué?”)*

El despegue todavía reciente del fenómeno de las redes sociales y las TIC, hace que no pueda confirmarse la hipótesis de su efectividad electoral. De hecho, los datos sobre visitas a espacios web sobre política apuntan a que son los sujetos privados y los periodistas quienes acaparan el interés y las visitas, y muy por debajo se encuentran los espacios creados para los políticos profesionales, que no son siempre quienes los gestionan.

No debemos olvidar que una gran parte de los políticos profesionales cumplen la función de representación de una voluntad, a diferentes niveles. De ahí la esencial importancia de la visibilidad y la publicidad de su actividad. Siguiendo a SARTORI, la representación política permite vincular las representaciones asociadas con la idea de mandato, con la idea de representatividad, y con la idea de responsabilidad, y somos los ciudadanos los principales fiscalizadores de sus funciones, especialmente a través de la elección periódica, mediada por un sistema electoral que tiende a la gobernabilidad, o a la representatividad.

La progresiva implantación y utilización de los mecanismos TIC de interacción social, permiten una inmediación con respecto al representante, efectivo o potencial. Según esto, la derivación lógica de la mayor publicidad e inmediación sería la posibilidad de

elección directa a todos los niveles; la elaboración directa de listas electorales, así como la elección de cargos municipales o regionales (en tanto ámbitos más cercanos al ciudadano), incluso nacionales, son posibles demandas de un futuro “demos” más activo, más implicado y con una información más directa. De nuevo, el riesgo de la «hiperdemocracia» aparece nítidamente dibujado, pero existen mecanismos para garantizar que la meritocracia sea la base de la elección directa de los políticos, de forma que los ciudadanos tuvieran la posibilidad de conseguir una representación más amplia, que no sacrifique la profesionalidad ni la gobernabilidad.

Por todo ello, podría plantearse el por qué de la participación de los políticos en las redes sociales y espacios web. Podría argumentarse que en una época donde los partidos suelen dar respuestas similares a problemas nuevos, las TIC permiten matizar el mensaje y dar publicidad a las ideas, confirmando tesis como la del maestro BOBBIO, según la cual la díada ideológica permanece, con terceros que ven ahora amplificada su voz. Del mismo modo, puede pensarse que resulta innecesaria la presencia virtual de los políticos, e incluso negativa por el tiempo que se dedica a la interacción, en lugar de dedicarlo a la acción. Porque,

¿confiarían ustedes sus ahorros a un director bancario que ocupase una parte de su jornada a interactuar con otras personas y a comentar qué ha hecho o qué piensa hacer, en lugar de hacerlo?

La pregunta sigue siendo “¿Por qué?”, y puede que la respuesta más coherente sea “¿Y por qué no?”.

 

* Alusión a las 5 “w” del periodismo, que son what?, why?, when?, where?, y who? (qué, por qué, cuándo, dónde y quién). Algunos añaden a estas, el how? (cómo).

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