El pasado 08 de abril, la profesora Aida Vizcaíno publicaba su réplica YIMBY, con el artículo «¿Es posible un sistema de votación más justo?», en el que tiraba por tierra —de forma más que justificada—, un texto a caballo entre la intención benthamiana de reducirlo todo a la lógica racional, y el mundo de Matrix. En él, me invitaba a reseñar un artículo sobre retórica publicado en una revista argentina, casi como una ironía (1).

Pero el autor no es argentino, sino francés. Philippe-Joseph Salazar es el autor de «Tomar el poder por la palabra: elementos de fabricación de la retórica electoral» y a continuación vamos a reseñar esta publicación. No comentaré el hecho de que en la bibliografía final del artículo solo se cita a sí mismo, pero sí el hecho de que al autor le pierden las formas, por desordenadas, abstractas y poco concretas, superponiéndose a un contenido que se intuye interesante.

Retórica y herestética, siglo XXI

Desde que leí a Riker sobre la herestética, pienso en la retórica como instrumento y como medio orientado a fines herestéticos. Al menos, la buena retórica.

El autor empieza vendiendo su libro y apunta los dos items principales del artículo: 1) La performance oratoria; y 2) el montaje de las ideas. Sin embargo, antes de entrar en materia, desordena la estructura lógica y cuela sus Tres funciones rituales de una campañaa) cognitiva; b) legitimadora y c) emotiva. En ninguno de los párrafos dedicados a este elemento de teoría política recoge una sola cita a autores que no sean él mismo; sea como fuere, siempre será mejor que plagiar el artículo de otra persona y venderlo como propio.

(…) una performance oratoria sirve para una sola cosa, la toma del poder, y para esto activa tres funciones y se inscribe en un espacio-tiempo (los negocios y el management tienen su técnica y espacio-tiempo propios).

Las funciones de la retórica electoral, para Salazar, son tres. La primera, es «enmarcar la agenda de la campaña en los temas en los que se busca focalizar»; la segunda función, «hacerse “escuchar”, al mismo tiempo, a públicos diferentes» y por último, «establecer una connivencia, una “relación” de proximidad, entre los periodistas, los bloggers, los que transmiten información en las redes sociales y el candidato». Supongo que aquellos de Ustedes que suelen leer sobre campañas electorales, estarán tan hartos como yo de leer conceptos indeterminados, u objetivos en abstracto que no se concretan en conversiones o acciones determinadas. Algo así me ocurrió cuando leí «enmarcar la agenda», «hacerse escuchar» o «establecer una connivencia». Quienes nos dedicamos a cumplir con objetivos y a seguir una trazabilidad electoral, estos puntos tan difusos parecen retórica, en su sentido menos positivo.

Forrest Gump discurso

Performance (y mediatización)

Piensen en el último discurso que han escuchado entero. ¿Ha sido este año? Pese a la mediatización y a la multiplicación de canales de comunicación, el votante medio recibe el resumen del contenido de los discursos a través de los medios, salvo contadas excepciones en función de la relevancia del orador y del acontecimiento. Los discursos son productos mayoritariamente de consumo para los asistentes, con el objetivo de motivar y emocionar (que no son lo mismo). Salazar distingue entre dos performances: la interactiva, en plano de igualdad con los oyentes y participantes, y la dirigida, donde existe una asimetría y el orador ocupa la mejor posición, controlando la emisión.

En el blog de PolíticaYMedia escribí un breve post sobre El énfasis en la Comunicación Política online, donde se exponen ideas que Salazar recoge al hablar de dirigir el mensaje, pero hay algo que la mediación de un tuit o de un videopodcast no puede transmitir, como es el entorno. De hecho, cuando habla de «topos», de issues de campaña que conectan con el público, el factor presencial juega un papel muy importante. El «yo estuve allí» pesa mucho más que el «yo vi aquel discurso en YouTube». La intensidad de la campaña guarda una especial relación con la interpretación o performance oratoria, y con su percepción directa o mediada. La aparición de nuevas redes sociales de streaming como Periscopedarán que hablar e investigar en este sentido.

La fuerza de las ideas: qué, quién y cómo

Al final de su artículo, Salazar afirma que una idea política reemplaza al uso de la fuerza, refiriéndose a la fuerza física. Suele decirse que cuando faltan argumentos, o no se saben expresar, hay quien recurre a la violencia. Una idea política puede tener mucha fuerza, e incluso violencia, también violencia simbólica (en términos sociológicos, no según la desacertada acepción del exMinistro Gallardón). Los seriéfilos lo demuestran a diario cuando comparten fragmentos del guión de House of Cards The West Wing, por citar dos de las mejores. La fuerza del mensaje, el qué, quién y cómo lo dice, estructura esa oratoria. No es una oratoria en abstracto, en el desierto, sino en un contexto y con un receptor concreto, que los nuevos medios sociales puede multiplicar en menor tiempo, haciendo que el para quién sea todo el mundo.

Sugerencia de reseña para doña Aida Vizcaíno

Ya que acabamos de entrar en un mes muy electoral, y tanto Aida como servidor trabajamos aplicando la Ciencia Política en la práctica, mi recomendación hoy es el artículo «Democracia y participación ciudadana en los municipios. ¿Un mercado político de trastos?», de Fernando Aguiar y Clemente J. Navarro en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas, Nº 91 (2000). En él se tratan las instituciones municipales y también las asociaciones, ámbito que Aida conoce bien (y en el que tuve la suerte de coincidir cuando ella presidía una de esas asociaciones). 

Ahí va el guante. Lo leeremos el mes que viene con ganas.

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(1) Aunque creo que no es necesaria, hago una aclaración: entiéndase ironía en el mejor de los sentidos, pues uno de los escritores cuya retórica más admiro era argentino y cronopio.

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