Las semanas previas a las elecciones presidenciales norteamericanas y a la investidura de Rajoy, han sido mediáticamente frenéticas.
Artículos nuevos sobre temas bien diversos, resurreciones de artículos antiguos, memes, toda una oferta de productos digitales para los consumidores que conforman la opinión pública. «Twitter echa humo» ha sido una frase que los medios han conseguido desgastar por exceso de uso, y ya casi parece que se lean discursos desde tribunas o se comporten públicamente en manifestaciones, con vistas a acaparar la atención y ser tendencia.
Uno de esos artículos publicados, compartido por compañeros como Antoni Gutiérrez Rubí o Imma Aguilar, trataba sobre el posicionamiento SEO desde el punto de vista de la demanda, de las búsquedas; se titulaba «¿Qué pasa en el PSOE?«. Se preguntaba a spin doctors sobre las tendencias de búsquedas, sobre los temas más relevantes y también el papel de las búsquedas frívolas en política. Les comenté en las redes, que sería interesante también poner el foco en aquellos técnicos que trabajan (trabajamos) el lado de la oferta, el posicionamiento a partir de términos long tail, con una competencia mayor y también una dedicación especial. La seopolítica, lejos de ser una moda o una quimera futura, es más presente que nunca.
También leía estos días un artículo, titulado Big Data: Underwood tenía razón: el Big Data marcará las elecciones en EEUU. Se refería a la temporada 4 que, como podrán leer en mi capítulo de Política en serie, tratan aspectos de la información con macrodatos, la manipulación de buscadores y el papel de los usuarios como prosumidores de contenido online. También The Good Wife con el asunto ChumHum, plantea este asunto, pero es menos conocido, aunque lo tratamos igual en el capítulo.
Recientemente he tenido la suerte de recibir correos de estudiantes, actuales o futuros, de Politología, en el que me charlamos sobre sus proyectos, sobre la posibilidad de compaginar estudios o las salidas laborales de la carrera. Siempre les recomiendo que se especialicen en una materia, a poder ser que les guste y guarde relación con lo estudiado; así, por ejemplo, la programación, el diseño, los audiovisuales o cualquier aspecto paralelo, que les sirva como valor añadido.
Las tendencias en los medios y en la Comunicación Política nos muestran ese recorrido, esa necesidad de profesionalidad y experiencia en materias que van más allá de las asignaturas de una licenciatura o grado, o de un máster o doctorado. Y, muy especialmente, el portfolio que nos distinga y nos haga recordables, será parte de nuestra marca. Ese era mi leit motiv cuando decidí utilizar el término seopolítica, una materia sobre la que sigo trabajando como DirCom y que pronto formará parte de un proyecto conjunto que me hace especial ilusión.
No cabe duda que, sea desde el lado de la oferta (trabajando el posicionamiento, sobre todo el online), o desde la demanda (analizando las búsquedas a través del Big Data), los trabajadores del marketing político tenemos que seguir explorando vías de especialización, que casi siempre van mucho más adelantadas que los planes de estudios universitarios.
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