estandarte.
(Del fr. ant. estandart, y este del franco *stand hard, mantente firme).
estándar.
(Del ingl. standard).
(1) Los partidos de la derecha son muy propensos a arrogarse la representación de un conjunto de ciudadanos organizados en torno a un ente territorial. No es casual que la denominación partido popular se extendiera entre los partidos conservadores europeos, en clara muestra de esta referencia a un populus ideográfico que constituye su tótem.
En el imaginario conservador suele tener una importancia esencial el simbolismo que representan las banderas y el concepto de jerarquía alrededor de un líder, en una suerte de ejército sin uniforme oficial –aunque el tipo de ropa constituye un factor de distinción de la que podríamos hablar otro día, y que atañe a las clases sociales–.
(2) Hace pocos días se celebró en Palma la Festa de l’Estendard (Fiesta del Estandarte), donde se rinde homenaje a la bandera cuatribarrada de Cataluña, que formaba parte de la antigua Corona de Aragón cuando las tropas de Jaume I llegaron a Mallorca. El contexto sociopolítico no podría ser más irónico: los gobernantes actuales han legislado por decreto con la intención de restringir la lengua catalana, y la sociedad civil les ha respondido con la mayor protesta vivida en Balears.
Pero la ironía va más allá. Vean. El odio por la cultura catalana se ha institucionalizado desde el Govern hasta tal punto, que los representantes se niegan (y presionan a los medios de comunicación público para garantizarlo) a que se les nombre en catalán; ni siquiera pueden tolerar que la tilde de «Bauzà» cumpla con el catalán estándar.
Estándar, estandarte… son bastante similares ambas palabras, ¿no creen?
(3) «Estandarte» y «estándar» tienen un mismo origen etimológico, como pueden leer al inicio de este apunte. Son representaciones sóldas, «aguantarse firme» ante símbolos ajenos, que han derivado en palabras diversas. Irónicamente, el partido que ocupa el Ayuntamiento de Palma y el Govern de toda Balears se opone al estándar de la lengua catalana, y utiliza un simple divide et impera al lanzar mensajes en un idioma ficticio, que llaman «baléà», convirtiendo la lengua en su principal cleavage: hacen del rechazo a la lengua (y cultura) catalana estándar su estandarte político.
No se trata de un juego de palabras sencillo; vean este vídeo lo suficientemente explícito de las consecuencias de esta actitud: Ver vídeo
(4) El problema de la nueva derecha balear es que no conoce el pueblo que quiere gobernar. No respeta las tradiciones, menosprecia los estandartes de la cultura ni los estándares de la lengua, que no es un factor de clase, ni partidista, sino que es un factor social transversal. Los habitantes de Balears, especialmente fora vila (lejos de la ciudad), son conscientes de que nuestro idioma es el mallorquín, menorquín, ibicenco y formenterense, variantes del catalán hablados en cada isla. Sean de izquierdas o de derechas, de clase baja, media o alta, no hacen del idioma un issue político porque no hay discusión al respecto. Curiosamente, la obsesión del gobierno actual fue, desde el primer día, atacar esta convención social.
Vulnerar los estándares de la cultura, y menospreciar sus estandartes es una estrategia suicida. Irónica y suicida, cabe decir. Porque los gobernantes van y vienen, mientras que los estandartes y los estándares permanecen, «stand hard».
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Artículo publicado el martes 07 de enero en El Periscopi, fue el Apunte Meteco número 99.
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