(1) Hace año y medio publicaba un artículo en el que planteaba la importancia de la influencia, rescatando un tuit referido a las elecciones autonómicas del 24M de 2015 en Balears. También escribía sobre la teoría de la comunicación en dos pasos, que resulta muy interesante rescatar hoy, una vez acuñada la era de la postverdad; básicamente, cabe destacar que «como combinación de esos rasgos y comportamientos, los líderes de opinión no solo ayudan a dibujar la atención de los demás sobre un tema concreto, un producto o comportamiento, sino que también, y quizás de manera más importante, señalan cómo deberían actuar otros o responder».
Por otro lado, recuerdo haber leído una interesante publicación de Rachel K. Gibson (obligada para los interesados en política digital), donde planteaba la categoría de campaña ‘citizen initiated‘ (Party Politics, marzo 2015) y que también traté en una entrada dedicada a su contraste con la categoría de ‘Personal campaigns’ de Vergeer, Hermans y Sans. En su artículo, Gibson planteaba 4 actividades nucleares de este tipo de campañas: 1) Community building; 2) Getting out the vote; 3) Generating resources y 4) Message production. También recogí el siguiente fragmento: «(…) adaptation to the online environment, rather than further centralizing parties, opens them up to a more networked model of organization that reduces the need for formal membership and gives grassroots supporters’ a stronger decision-making role».
(2) He hecho este breve repaso, para llegar a uno de los artículos más interesantes que he leído últimamente sobre la importancia de las redes en el comportamiento político. Se trata de «Social Media and Political Campagining: Changing Terms of Engagement?», de Michael J. Jensen en The International Journal of Press/Politics, publicado en 2017. En él, cita aquella publicación de Gibson sobre la campaña ‘citizen-initiated’, como nuevos mecanismos de generación de mensajes de campaña fuera del partido y señala la importancia de herramientas como Twitter en el empoderamiento de actores externos a los partidos, como agentes de campaña.
In contrast to political communications during the broadcast era of politics, the communication capacities of social media users are, as a technical matter, equal.
Esta «descentralización», que también se dio en la campaña de Obama, mostraría que el «poder» (y no tanto la influencia), «ultimately remained with the campaign». Y aquí es donde Jensen apunta su fragmento que creo más importante:
Campaigns may increase their communicative capacities not through message centralization but the decentralization of communication selections where supporters can make decisions regarding campaign messaging. In this way, the campaign may distribute power over messaging, empowering supporters to develop their own campaign narratives and messaging which may better leverage the two-step flow model (Lazarsfeld et al. 1948) of campaign influence, distinct from the repetition of campaign frames, themes and issues.
(3) El empoderamiento que plantea Jensen en torno a Twitter y los supporters en las órbitas de los partidos, se centra en 3 formas:
1. Campaigns may engage in dialogue with others. Se produce un debate público, mediado por un canal social de texto limitado pero que ya no trata de un monólogo asimétrico.
2. Campaigns may retransmit the communications produced by supporters. Aquí entra en juego el carácter de prosumidores de los usuarios de las redes, y pueden conseguir una amplificación de su audiencia a través de retweets y otras interacciones de usuarios con más seguidores.
3. Campaigns may invite persons to contribute to and participate in the campaign on their own terms with little direction from the campaign itself. El surgimiento de memes, de hashtags y otros instrumentos de la campaña digital, están a la orden del día.
En atención a estas tres formas, la influencia queda en un segundo plano, por detrás del carácter constructivo y productivo de las campañas. Sobre esto, Jensen apunta que en Twitter se reproduce la jerarquía de los partidos mayoritarios y sus líderes, pese a producirse una cierta «horizontalidad» en el impacto del mensaje. Por tanto, y volviendo a aquel tuit en el que planteé la importancia de los influencers baleares en elecciones, puede que haya que buscar un nombre para referirse a las «personas empoderadas digitalmente para el debate público con o sin afiliación política», un concepto que sea más preciso que ciberactivistas. Démosle una vuelta y hablemos otro día.
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