Extraños son también los chinos americanos, orgullosos de su identidad étnica, si bien sin idea de la China, pero que continuamente tienen que responder en la calle cuando les preguntan dónde está el restaurante chino más próximo. (…)
Todo el mundo que quiera conocer a fondo la categoría del extraño tiene que ir acostumbrándose a la contradicción. De manera general, podemos decir que la categoría del extraño surge de entre las categorías y los estereotipos establecidos del mundo local (el mundo de la gente del lugar). Los extraños no encajan dentro del pulcro envase donde deberían encajar, y de aquí viene la extrema irritación. Dicho de otro modo, los extraños son los excluidos realmente de los estereotipos del orden social. Son judíos cuando deberían ser alemanes, y alemanes cuando deberían ser judíos. Son afortunados cuando deberían ser desdichados (y viceversa). Son nativos, generaciones futuras, gente del lugar —pese a que la gente del lugar los excluya porque son «extraños». (…)
Ni la proximidad ni la peculiaridad de quien es singular son naturales, al contrario, tienen que ser construidas socialmente delante de contradicciones.
Ulrich Beck, «Cómo los vecinos se convierten
en judíos. La construcción política del extraño
en una era de modernidad reflexiva» en Papers, 84 (2007)
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