Decía Josep Melià en su libro Los Mallorquines, que el exceso de prudencia isleño funciona reaccionariamente, paraliza el progreso y uniforma la realidad.

Esa uniformidad y estandarización, en épocas de globalización como la actual, chocan. El “Volksgeist”, el “espíritu del pueblo” desarrollado por el filósofo Herder hasta nuestros días, da buena muestra de ello. En la era del mestizaje y la desestandarización, se producen corrientes de homenaje a lo local, de exaltación de lo regional. Las fiestas populares, tradiciones al fin y al cabo, muestran un auge nunca antes visto, como podemos ver en los pueblos de nuestras islas durante estos días.

Porque lo folk, lo referente a ese “espíritu (inmaterial) del pueblo” tiene mucho de emocional, y los estrategas políticos lo utilizan como arma arrojadiza. Por ejemplo, cuando el gobierno decide restringir el uso y recursos destinados al catalán y utiliza el article salat como mecanismo de distinción del resto de territorios de habla catalana. Y si uno de los efectos colaterales es la muerte de un profesor en huelga de hambre, pidiendo diálogo para defender el modelo anterior de folk, están dispuestos a cargar con otro muerto sobre sus espaldas y hacen gala pública de ello. Divide et impera, que dirían los romanos. Divide y vencerás.

Hay quien sostiene que el predominio de la emoción sobre la razón, en política, es inevitable. Ocurre que cuando falta esta última, y hay vidas, futuros académicos y recursos económicos en juego, la emoción es un arma de doble filo con la que no se debería jugar. Aunque esa costumbre sea tan propia de nuestra forma de ser, de nuestro “espíritu del pueblo”, algo tan nostro.

(28 de junio de 2014)

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Entrelíneas es una sección radiofónica del programa A vivir que son dos días Baleares, de la Cadena SER.

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