Podríamos definir la realidad mediada como aquella imagen que generamos a partir de la interpretación que recibimos de medios de comunicación tradicionales y de los llamados New Media. Una ficción que en la época de la extrema interacción y de la conversación global, puede no ser tan sólida como en otros momentos de la historia.

De performances, partidos y roles

La fuente principal de esa realidad mediada es la performance que los actores interpretan de cara a los canales y receptores del mensaje, como la parte del escenario que vemos en una obra de teatro o un concierto musical. En estos días de negociaciones y pactos post-electorales, asistimos a un sinfín de ingeniosas actuaciones orientadas a generar una imagen en el transcurso de la historia, que sabemos cómo empieza, pero aún no cómo acabará. Por ello resulta significativo que algunos grupos que son parte de esas negociaciones, sostengan que las conversaciones deban ser públicas, emitirse a través de streaming para que la gente tenga acceso a ellas, como si esas actuaciones no pudieran manipularse. Si esto se adoptase, quién sabe si el siguiente paso no sería demandar una cámara en las sedes de cada partido, para que la ciudadanía sepa qué se decide a puerta cerrada antes de esas reuniones, de esas performances, como el ensayo de una obra de teatro, de la grabación de un disco o de un recital de poesía. Malinterpretar conceptos como la publicidad y la transparencia, da lugar a situaciones peculiares.

Negociaciones PSIB MES Podem

Queramos conocer lo que sucede entre bambalinas o no, lo cierto es que esta representación es una ficción de lo real. En el caso balear, por ejemplo, es muy llamativo el papel interpretado por los tres actores principales, en dos obras diferentes: la del Ayuntamiento de Palma y la del Govern Balear. Como si de un actor en decadencia se tratase, el PSIB-PSOE ocupa el papel más controvertido, en la encrucijada como primera fuerza de la izquierda aún con los peores resultados de su historia, y aritméticamente inferiores a la suma de MÉS y de Podemos (que superan en escaños a los econacionalistas, pese al papel protagonista que interpretan desde el principio).

Podríamos decir que los representantes han decidido el nombre de la obra, los actos, el teatro, incluso están de acuerdo en el precio de la entrada, pero han encallado en los roles o papeles de cada uno.

Las izquierdas y los acuerdos

Cuando estudiaba, era frecuente escuchar aquello de «si metes a tres personas de izquierdas en una habitación para que se pongan de acuerdo, al cabo de un rato saldrán tres partidos de izquierdas diferentes», y constantemente veo ejemplos que lo confirman. En este tipo de negociaciones entra en juego mucho más que la aritmética, obviamente. Sería ingenuo e inútil tratar de enumerar cuántas variables condicionan estas decisiones, especialmente cuando dos de los tres actores son partidos cuyos centros de decisión se encuentran en Madrid, y la condición sine qua non de uno de ellos es no gobernar junto al otro, más por pragmatismo que por principios. Sería irónico que las tres fuerzas que han pedido cambio como un mantra, ahora echen a perder una legislatura entera por algo tan ancien como el reparto de sillones, aunque uno lea a diario justificaciones tan enrevesadas como naíf de por qué debería gobernar uno u otro (1).

Sea como fuere, sí merece la pena destacar que las nuevas formas (que son formas y no fondo) de comunicar este proceso; no solo el hecho de que el líder de Podemos tuitee las negociaciones y el resto lo imiten, o que hayan creado un hashtag para seguir las conclusiones y puntos de vista de cada uno. El uso de los tiempos ha sido inteligente y se han dosificado las noticias en función de los temas que mayor acuerdo iban a suscitar -en algunos casos la coincidencia en sus programas era superlativa-. Hoy por hoy, el tiempo se les ha echado encima y han llegado al nudo, al acto más delicado de la obra, en el que se decidirá no solo esta primera función, sino el resto de la temporada. Sin olvidar que los actores interpretan una performance y que la imagen de «encallamiento» de las negociaciones es una realidad mediada, que no tiene por qué ser real.

Eso sin olvidar que la política ni es, ni puede ser, solo representación mediática, aunque haya quien se empeñe en lo contrario.

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(1) Entre las más pintorescas, he leído que el PSIB-PSOE no debería ocupar la Presidencia por su descenso de votos, y la presidencia debería recaer en MÉS, aunque Podemos cuente con más diputados. Otra justificación curiosa es la que apuesta por apartar del gobierno a la segunda fuerza parlamentaria para que pacten la 3ª y la 4ª en un gobierno minoritario que bloquearía en la práctica parlamentaria, el curso de la legislatura. Respecto de la alcaldía de Palma, no me atrevo a entrar. Les invito a visitar Twitter con un bol de palomitas al lado.

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