La corrupción de Jaume Matas fue menos castigada en las urnas que la soberbia de Bauzá. La gente no penaliza la corrupción como podría pensar una persona defensora de las teorías racionales del voto. Nos sobran los ejemplos: piensen en el Rajoy de 2018, antes de perder la moción de censura y con sus 137 diputados, o en cuántos imputados han ido en listas sin rubor. Algunos incluso ostentan varios cargos, como el presidente del Consell Insular de Eivissa, imputado que repite como diputado en el Parlament.
Pero volviendo a Rajoy, si algo tuvo aquel “hombre tranquilo” fue aversión por las prisas. En una época de tiempos líquidos e inmediatez, la paciencia es un valor que cuenta doble (no piensen en dobles contabilidades). Uno espera que las nuevas generaciones de líderes populares aprendan y asuman esas lecciones, pero la vida da sorpresas. Es muy probable que, ante la sombra de la corrupción que ya se cierne sobre el Govern de Prohens, como el caso Metrovacesa o las investigaciones sobre corrupción de su DG de Emergencias (y socio de Prohens padre), Rajoy habría optado por una segunda lectura del Marca. Prohens, por el contrario, ha optado por olvidar que las formas son fondo y ha acelerado el cierre de la Oficina Anticorrupción. Cualquiera que no siga las noticias podría dudar sobre si tenía más prisa por gobernar o por ocultar la corrupción.
Quienes siguen la actualidad saben que una cosa lleva a la otra, pero tal vez pensaban (pensábamos) que el retorno a la cleptocracia que define al Partido Popular se haría en varias fases, no a la desesperada, como si supieran que esta legislatura no será de cuatro años, con muestras tales como la resurrección de viejos nombres con manchas de delitos imposibles de borrar de sus camisas claras. Tal vez pensaban (pensábamos) que la impunidad que lucen desde la campaña electoral se iría apagando y apelarían, como buenos actores, a una cierta humildad o populismo discursivo.
Pues no, el prohensismo ha sabido combinar lo mejor del bauzarismo y de los gobiernos de Matas (mezclado, no agitado), unido como un kintsugi con los radicales libres que salieron de su núcleo pero nunca de su órbita, como el vicepresidente del Consell y primer teniente de alcalde de Marratxí, o la mismísima exjefa de gabinete de Estarás y hoy portavoz parlamentaria de Vox.
Una Estarás que fue una de las responsables de la creación de Bauzá, y que ha vuelto al candelero por haber recibido una reprimenda del presidente de una comisión del Parlamento Europeo, que tuvo que apagarle el micrófono como medida profiláctica ante su discurso de odio contra una ministra española. Algo similar a lo que tuvo que hacer Le Senne en el Parlament, cuando retiró la palabra a Prohens y que tantos nervios provocó en el ala derecha de la Cámara, con declaraciones públicas de sus portavoces más amenazantes que algunas de las frases de Bárcenas ante el juez.
Las prisas no son buenas, igual que la corrupción. El “a poc a poc” tan nuestro contrasta con las prisas por reinstaurar la cleptocracia, y puede que de tanta prisa, el acelerador lo pise el electorado y pida votar antes de hora, para cauterizar la herida antes de que tengamos que volver a ser epicentro de la corrupción española, con permiso de la Comunitat Valenciana.
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Artículo publicado en Diario de Mallorca en papel y digital el 11 de octubre de 2023. Clic aquí para acceder.
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