Como algunos de Ustedes ya saben, desde el 18 de junio soy el Dircom de un ayuntamiento mallorquín, y se trata del trabajo más apasionante que he tenido hasta ahora. No solo por la responsabilidad que conlleva coordinar y planificar la comunicación del municipio en el que nací, sino por la autonomía y la cancha que me permite para poner en marcha proyectos que considero necesarios para mejorar la comunicación entre políticos y ciudadanos.

Y como creo que no está de más hacer un ejercicio de transpolítica de vez en cuando, aquí va un breve apunte.

Observación participante, online y offline

Hace mes y medio, publiqué en Facebook algunas notas sobre comportamientos que he percibido, como la idea paternalista de las instituciones, que llevan a muchos a reclamar actuaciones como que se espante a las abejas o que se aparten piedras de glorietas en las que no molestan, ambos casos verídicos. También esa especie de tendencia a la parábola de la zorra y las uvas, donde gente que es incapaz de entender o de soportar sus errores, se mantienen en sus críticas sin ningún tipo de argumento.

Chema Madoz hilos dedos

Sin embargo, transcurrido el doble de tiempo desde entonces, he anotado otras actitudes que me parecían dignas de compartir. Una de ellas es la idea de los New Media como espacios de divertimento y de «troleo» (desde los comentarios en los diarios digitales hasta los muros de Facebook institucionales). Es frustrante ver a gente incluso con trastornos psicológicos (confesados en persona por ellos mismos), esputando sus diarreas mentales en las redes, mientras se les trata con el máximo respeto. Y digo frustrante porque en ocasiones apetece decirles que busquen ayuda, que esa actitud solo demuestra lo mal amueblada que tienen la cabeza y que seguir así les condena a la nada; que se dejen ayudar. Pero esa no es mi tarea.

Otra actitud que preocupa, es el anticosmopolitismo de bastantes usuarios, especialmente en las redes sociales, que no distinguen entre la oficialidad de una lengua, la cooficialidad y que no son conscientes de lo importante de conocer el mayor número de idiomas. Especialmente tras la presidencia de José Ramón Bauzá, se ha avivado un anticatalanismo, no tanto político sino también cultural, que ha creado unos totalitaristas o fundamentalistas culturales, que chocan con el cosmopolitismo que se espera de una sociedad del año 2015. Me temo que el tratamiento contra la valencianización de la política balear durará años.

Política y Media

Otra tendencia que he comprobado, y que pone muy nerviosos a los interesados, es la relación entre medios privados y dinero público. Ya apuntamos en la entrada Luz en la tramoya lo preocupante de la supervivencia de medios tradicionales, que han perdido gran parte de su influencia, que subsisten con un modelo de negocio moribundo y que aún se aferran al flotador del dinero público y la búsqueda del clic fácil con titulares morbosos. Una de las primeras decisiones que tomé al entrar en mi nuevo trabajo, fue eliminar el pago mensual de casi 500€ por un banner minúsculo en un medio digital muy escorado hacia una tendencia ideológica, y que además no publicaba ni la mitad de las notas de prensa que les enviaba. Poco después, la reacción de uno de sus editores (imputado por la justicia y de fama nefasta tras su paso por la televisión autonómica) fue publicar una columna contra la revista municipal de la que me encargo, con una crítica meramente superficial sobre el número de veces en que aparecía el alcalde en las fotos, y no sobre el contenido. Ya dicen que cuando un dedo apunta a la luna, el estúpido mira el dedo.

Con frecuencia me pregunto cuánta responsabilidad tienen algunos periodistas y medios en la mala imagen de los políticos, que pagan todos ellos, por buenos gestores que sean. Curiosamente, hace unos días llegó por azar a mi TL de Twitter el artículo «The Spanish Media are the worst in Europe» (The Nation, 15 de septiembre), que me recuerda al discurso de García Márquez sobre el periodismo y su crisis actual, y entiendo por qué grandes grupos y medios privados están tocados de muerte.

Pero no piensen que me quedo únicamente con lo controvertido, no. Ocurre que prefiero reservarme los outputs positivos, de los que aprendo tanto como de los negativos. Y uno de ellos, creo que el más importante, es la voluntad (en) política. Tengo la suerte de trabajar rodeado de gente con voluntad política, y gracias a ellos el vaso siempre está medio lleno.

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